Rápido equivale a atareado, controlador, agresivo, apresurado, analítico, estresado, superficial, impaciente e hiperactivo; es decir, la cantidad prima sobre la calidad. Lento es lo contrario. Sereno, cuidadoso, receptivo, silencioso, intuitivo, pausado, paciente y reflexivo; en este caso, la calidad prima sobre la cantidad.
La lentitud es necesaria para establecer relaciones verdaderas y significativas con el prójimo, la cultura, el trabajo, la alimentación, en una palabra, con todo. Creo que vivir deprisa no es vivir es sobrevivir. Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida”.
(Fragmentos extraídos del prólogo de Elogio de la Lentitud de Carl Honoré).
No hay comentarios:
Publicar un comentario