lunes, 26 de noviembre de 2012

La Meditación según el maestro OSHO


Osho es un místico contemporáneo cuya vida y enseñanzas ha inspirado a millones de personas de todas las edades y condiciones. El semanario Sunday Mid-Day lo ha descrito como una de las diez personas -junto con Gandhi, Nerhu y Buda- que han cambiado el destino de la India.
Osho, anteriormente conocido como Bhagwan Shree Rajneesh, nació en Kuchwada, Madhya Pradesh, India, el 11 de diciembre de 1931. Desde la infancia fue un espíritu muy rebelde e independiente, negándose a aceptar creencias y convencionalismos, cuestionando abiertamente todas las tradiciones y religiones en favor de experimentar la verdad por sí mismo.
Muy pronto se sintió atraído hacia la meditación. A la edad de catorce años tuvo su primer satori y a los veintiuno la iluminación definitiva. Posteriormente se graduó en filosofía en la Universidad de Sagar. Tras un período de nueve años como profesor de filosofía en la Universidad de Jabalpur dejó la universidad para dedicarse a dar charlas por todo el país, exponiendo a líderes políticos y religiosos en debates públicos, cuestionando creencias y tradiciones, invitando al individuo a tomar responsabilidad y a liberarse de los condicionamientos que le impiden crecer y desarrollar plenamente su potencial.




Meditar es un estado de no-mente, es decir, un estado de consciencia pura sin contenido específico, en el que te conviertes en simple testigo del fluir de tus sensaciones corporales, de tus pensamientos, de tus emociones, sin identificarte con ninguno, sin perseguir ningún objetivo, ningún deseo.
Los procesos mentales generan dualidad, diferenciación, evaluación, concentración, todos ellos contrarios a lo que es meditación. Para meditar deja tu mente a un segundo plano, haciéndote liviano, indiferente y no identificado con tus pensamientos, siendo un simple testigo de los mismos. Y asi como con los pensamientos, al meditar serás testigo de tus sensaciones corporales y de tus emociones.

Hay quienes creen que la meditación es concentración: nada más lejos de la realidad. En la concentración hay un sujeto que se concentra, ejerciendo un acto de voluntad, y un objeto sobre el cual se fija la atención, creando asi una dualidad de consciencia, una separación, una demarcación de límites en la que ejerces un proceso mental que por referencia al pasado busca comparar y encontrar una conclusión. Todo esto se opone al estado meditativo. Por ello la concentración crea cansancio, mientras que la meditación puede hacerse por tiempo indefinido sin agotamiento alguno, ya que la meditación no es un acto de voluntad, ni una actividad mental, sino una relajación consciente en la que no existe división o separación entre lo interno y lo externo, no estás buscando comparar nada ni persigues arribar a conclusiones de ningún tipo.
"Observar es meditación. Lo que observas es irrelevante… puedes observar los árboles, puedes observar el río, puedes observar las nubes, puedes observar a los niños jugando. El objeto no es el propósito, sino la calidad de tu observación, la cualidad de estar alerta y consciente. Eso es meditación. Cualquier cosa que hagas con presencia es meditación. La acción no es el asunto sino la calidad que le imprimes a tu acción. Caminar puede ser meditación si caminas alerta. Estar sentado puede ser meditación lo haces con presencia. Escuchar estas palabras puede ser meditación si las escuchas con consciencia. Simplemente escuchar el ruido interior de tu propia mente puede ser meditación, si permaneces alerta y observador. El meollo está en no proceder dormido y entonces todo lo que hagas será meditación." -Osho. (1)
La clave y el espíritu esencial de la meditación está en aprender cómo presenciar, es decir, de convertirte en espectador de lo que ocurre en torno a ti, sin crear dualidad, sin crear separación, haciéndote uno con el todo. Y para presenciar es necesario primero permanecer centrado.

Al meditar aceptas tu lugar, tu momento, tu entorno presente, sin apegos, sin deseos, sin buscar, sin forzar, sin pensar en el pasado o en el futuro, sin repetir mantras mecánicamente, sin fijarte límites algunos. Al meditar no haces nada en particular sino que simplemente te dejas llevar y fluir con plena consciencia en tu experiencia del momento, sin interferir, sin discriminar, sin juzgar. Entiende que al meditar estás abriendo la puerta que abre tu expansión al amor, la libertad y la creatividad.
La meditación no está reñida con la acción, ni tienes que escapar de la vida para meditar. Todo lo contrario: tu vida continúa pero con mayor intensidad, con mayor alegría, con más creatividad, con mayor claridad y visión. La meditación te enseña una nueva forma de vida: estás armoniosamente centrado, distanciando del torbelino de acontecimientos externos a ti. Estás en el centro del ciclón, en un estado de éxtasis y realización.

El miedo más grande del hombre está en conocerse a asi mismo. El cúmulo de condenaciones que a lo largo de tu vida has recibido de tus padres, de la escuela, de tus relaciones pasadas, de la sociedad, de tu religión, hace que desees esconderte de ti mismo, por tanta basura acumulada en tu interior.
Por eso evitas estar solo y tratas de llenarte de cosas externas, de inumerables pasatiempos y distracciones, o estás en el otro extremo ocupado con trabajos y carreras alocadas, de gente dispar, viviendo en angustia, impaciencia y apuros, haciéndote dependiente de tus seres y objetos queridos, viviendo dormido como drogado por todo lo externo a ti.

Esa manera de vida te lleva a no estar a solas contigo mismo en silencio. Y mientras más te alejas de tu propio centro, mientras más evades tu propia esencia, más te creas tensión, sufrimiento y miseria, cayendo en un círculo vicioso en el que crees que necesitas de más estímulos externos, que a su vez te irán alejando más de tu propia naturaleza interior.

La meditación es la gran transformación, es el camino que te lleva desde el lugar donde ahora estás, al lugar a donde deberías estar, ese lugar que añoras desde en el fondo de tu ser, ese lugar donde mora la plena armonía y celebración contigo mismo y con la vida. La meditación te lleva a percatarte de tu propia perfección tal cual eres; a recordar y recuperar tu estado original de pureza cuando nacistes, y que fuistes perdiendo a medida que fuistes entrenado y programado para ser un engranaje, un simple apéndice de la sociedad en la que crecistes.


Para meditar con efectividad, tienes que partir de la base de que eres consciente de amarte a ti mismo. Sin este prerequisito, la meditación no dará sus frutos, ya que meditación es simplemente estar en un estado de dicha contigo mismo, con tu propia presencia. ¿Y cómo te amás a ti mismo? Aceptándote y queriéndote tal cual eres, sin juicio, conectado con tus cualidades innatas, que son únicas, individuales, irrepetibles; recuperando tu autoestima, tu respeto y dignidad por ti mismo; renunciando a tu pasado oscuro para volver a estar fresco, como recien nacido en la inocencia y pureza de tu esencia.

En el proceso de meditación vas a ir entrando, paulatinamente con el paso del tiempo y acorde a la persistencia en tus prácticas cotidianas, en un mayor grado de consciencia, de mayor presencia en el momento del presente.
Puede ocurrir que la luz que portas vaya gradualmente revelando asuntos turbios e incómodos que tengas acumulado en tu subconsciente. Es como cuando entras por primera vez a un cuarto oscuro con una vela y empiezas a ver objetos extraños y antiguos. Algunos serán utiles y que podrás aprovechar, otros serán inútiles y que habrá que desechar. Es un proceso de limpieza interior, que es la verdadera sanacion.

La sanacion puede ser a veces incomoda. Una manera de enfretar los efectos contraproducentes de ese proceso de sanacion es el siguiente: Cada vez que te encuentres en un estado de miedo, de rabia, de duda, de bloqueo, de angustia, de melancolía, de adversidad, de dolor, simplemente asume el rol de testigo de tal emoción o sensación sin luchar en contra de ella. Cuando te topes interiormente con alguno de estos estados, no te opongas ni pretendas ignorarlo pues estarías exponiéndote a males mayores. En lugar de hacer resistencia, peleando con tus pensamientos, con tus acondicionamientos del pasado, observa tus emociones y sensaciones sin juicio, sin censura, sin condena, permaneciendo en silencio y quietud, puramente atestiguando sobre aquello con lo que te encuentras.

Ser testigo implica tomar una postura de espectador sin prejuicios, de imparcialidad absoluta. Cuando permeneces como testigo de ti mismo, encontrarás paulatinamente cómo todas esas capas de resistencia, de negatividad, se van disolviendo por si mismás, se van depurando, se van tramutando, sacando a relucir tu potencial creativo, tu confianza plena, tu alegría de vivir, tu amor sin límites. Con el paso del tiempo, al permanecer como un espectador de todo cuanto te ocurre, te irás haciendo más y más consciente de que en tu propia esencia interior, en tu propio centro, tu no eres tu cuerpo físico ni tus poseciones materiales; tu no eres tu mente ni lo que has aprendido, tu no eres tus emociones ni lo que has sufrido o disfrutado, sino que tu simplemente eres esencia pura existencial, eres una unidad con el todo de la creación universal. Y asi, con esa actitud de trascendencia todo el cielo estará abierto para ti y todo lo que te ocurra será una bendición, una oportunidad de crecimiento, de expansión de tu más puro y sublime potencial.


Cuando tu presencia interna gradualmente se vaya haciendo más profunda, llegarán momentos de silencio, de quietud, de espacio puro y transparente en el que sabrás quien eres y encontrarás respuesta a los misterios de tu existencia. Llegará finalmente el día en que la meditación se convertirá en tu estado natural y permanente de ser, en el que te has soltado y liberado en tu propio ser. Entonces ninguna técnica será ya necesaria pues tu vida entera: instante a instante, será una contínua y fluída meditación sin fin. Pero hasta tanto eso no ocurra –y tampoco esperes ansiosamente a que eso ocurra- necesitaras perseverar con constancia y paciencia, pero sin esfuerzo, aplicando las técnicas o métodos de meditación que mejor se adapten a tus circunstancias personales.
Para transitar por el sendero de la meditación requieres tener cuidado y estar muy alerta, pues por incontable tiempo has estado sujeto a los vaivenes y trucos de tu propia mente, que en lugar de ser tu instrumento de ascención, se ha alzado y convertido en un artífice dominante y limitante que te ha sometido a caprichos y concepciones que vienen impuestos por otras personas, por la sociedad, por la cultura, por la religión, por las crencias políticas, en fin, por tantos aspectos ajenos a tu esencia pura, que no te has detenido a cuestionar y cuyos objetivos son el controlarte para explotarte al antojo y conveniencia de terceras personas.

El sendero de la meditación -concebido como un tránsito de no-mente, es decir, un estado de consciencia pura sin contenido específico- es el sendero de la liberación y de la apertura hacia tu exquisito y único potencial como individuo, como persona libre de ataduras e ideas preconcebidas, libre de pensamientos limitantes y castrantes, dispuesto a crecer y a recibir de brazos abiertos, sin apuro, sin aprehensión, todo aquello que la existencia coloque a tu camino, aceptando en amor las facilidades y las dificultades, como simples aventuras o retos, para experimentarlas con intensidad y totalidad, como parte del maravilloso juego de la vida.
* Si miras este vídeo hazlo en su totalidad merece la pena verlo entero

No hay comentarios:

Publicar un comentario