martes, 26 de marzo de 2013

HUA HU CHING última parte


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El maestro no puede ayudar al estudiante mientras el espíritu de éste se halle contaminado. La purificación de la contaminación espiritual no es responsabilidad del maestro, sino del estudiante. Aquélla se lleva a cabo ofreciendo al mundo el talento, los recursos y la vida que uno tiene. También, puede un estudiante sano ofrecer su energía pura al maestro y a los ángeles inmortales que lo rodean, y un estudiante disminuido puede proporcionar como mínimo alimentos, vino o servicios. Cuando uno da lo que puede sin refrenarse, quedan rotas las barreras de la individualidad. Entonces ya no es posible decir si es el estudiante el que se ofrece a sí mismo al maestro, o es el maestro el que se ofrece a sí mismo al estudiante. Uno ve sólo dos seres inmaculados, que se reflejan el uno al otro como un par de espejos brillantes.

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Hay quienes extraen su energía de rendir culto a los seres divinos y a las deidades y de meditar sobre ellos.

Si te sientes inclinado a rendir culto, venera entonces los siguientes elementos: Venera al fiero Sol, depósito del Yang, y a la acuosa Luna, depósito del Yin. Venera los centros espirituales de hombres y mujeres, que son angélicos en todo sentido. Venera las Ocho Grandes Manifestaciones: Cielo, Tierra, Agua, Fuego, Trueno, Lago, Viento y Montaña. Venera los sesenta y cuatro hexagramas del I-Ching, que iluminan la armonía subyacente del universo. Por último, venera el Gran Tai Chi en el que están contenidas, equilibradas y basadas todas las cosas.

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¿Te gustaría liberarte de las regiones inferiores de la vida? ¿Te gustaría salvar al mundo de la degradación y de la destrucción al que parece destinado? Apártate entonces de los movimientos superficiales de masas y ve en silencio a trabajar sobre tu propia conciencia de ser. Si quieres despertar a toda la humanidad, despiértate a ti mismo. Si quieres eliminar el sufrimiento del mundo, elimina todo lo que es oscuro en ti mismo. En verdad, el mayor don que tienes para ofrecer es el de tu propia transformación. Encuentra, pues, a un maestro que sea un ser integral, un faro que extienda su luz y su virtud con ecuanimidad sobre quienes le aprecian y sobre quiénes no. Date forma en su molde, báñate en su nutriente irradiación y refléjala al resto del mundo. Llegarás a comprender una verdad eterna: siempre hay un hogar* pacifico para ser virtuoso.

*En el sentido de "estar en casa", reposar en el centro. (N. del T.)

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¿Quien puede salvar el mundo?
Tal vez alguien que siga con devoción estas enseñanzas, que aquiete su mente, que ignore todas las divergencias, que desarrolle una elevada conciencia de las verdades sutiles, que funda su virtud con la virtud universal la extienda al mundo sin expectativa de recompensa. Será sin duda el salvador del mundo.

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La humanidad se hace cada vez más inteligente, pero es claro que cada día hay más problemas y menos felicidad. ¿Cómo puede suceder esto? Porque inteligencia no es lo mismo que sabiduría. Cuando la sociedad abusa de la inteligencia parcia y omite la sabiduría holística, sus miembros olvidan los beneficios de una vida sencilla y natural. Seducidos por sus deseos, emociones y egos, se convierten en esclavos de exigencias corporales, lujos, poder, religión desequilibrada y excusas psicológicas. Entonces empieza el reino de las desgracias y de la confusión. Sin embargo, las personas de espíritu superior pueden despertar en tiempos de agitación, para sacar a los demás del lodo. ¿Pero cómo puede uno solo liberar a muchos? Primero, liberando su propio ser. No hace esto elevándose a sí mismo, sino rebajándose a sí mismo. Se rebaja a sí mismo a lo que es simple, modesto y verdadero, integrándolo en sí mismo, llega a ser maestro de la simplicidad, de la modestia de la verdad. Emancipado totalmente de su previa vida falsa, descubre su naturaleza original pura, que es la naturaleza pura del universo. Desprendiendo libre y espontáneamente su energía divina, trasciende constantemente situaciones complicadas y arrastra todo lo que le rodea de nuevo a su unidad integral. Por ser una divinidad viviente, cuando actúa el universo actúa.

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Existen muchas religiones parciales, y después existe el Camino Integral. Las religiones parciales son intenciones humanas desesperadas y astutas; el Camino Integral es una expresión profunda de la mente universal pura total. Las religiones parciales se basan en la manipulación hipnótica de las mentes subdesarrolladas; el Camino Integral se basa en la libre transmisión de la simple e inmutable verdad natural. Es una realidad total, no una práctica oculta. El Camino Integral se abstiene del fanatismo conceptual, de la vida extravagante, de los alimentos exóticos y de la música violenta. Todo esto perturba la serenidad de la mente y obstruye el desarrollo espiritual. Renunciando a lo que está de moda y aceptando de corazón lo que es sencillo, honrado y virtuoso, el Camino Integral te hace regresar a la esencia sutil de la vida. Adopta sus prácticas y te volverás como él: honrado, simple, verdadero, virtuoso, total. Como ves, en propósitos parciales la propia transformación es siempre parcial. Pero en el desarrollo integral de sí mismo, es posible realizar una metamorfosis completa, trascender tus propias limitaciones emocionales y biológicas y evolucionar hacia un estado superior de ser. Manteniéndote apartado de las sombras y siguiendo este simple camino, te vuelves extraordinario e insondable, un ser de profunda sutileza cósmica. Sobrevives al tiempo y al espacio dándote cuenta de la sutil verdad del universo.

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Las personas de futuras generaciones que estudien y practiquen la verdad de estas enseñanzas serán bendecidas. Adquirirán la luz sutil de la sabiduría, la poderosa espada de la claridad que corta todo obstáculo y la perla mística de la comprensión que envuelve al universo entero. Alcanzarán la comprensión interior necesaria para percibir la verdad integral del Tao. Siguiendo esta verdad con sinceridad descarnada, se convertirán en ella: totales, valientes, indestructibles, innombrables.

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El mundo está lleno de maestros iluminados a medias. Extremadamente inteligentes, demasiado sensibles para vivir en el mundo real, se rodean a sí mismos de placeres egoístas y otorgan sus grandiosas enseñanzas a los incautos. Haciéndose conocer públicamente de manera prematura, con el propósito de alcanzar algún clímax espiritual, constantemente sacrifican la verdad y se desvían del Tao. Lo que realmente ofrecen al mundo es su propia confusión. El verdadero maestro* entiende que la iluminación no es el fin, sino el medio. Tomando conciencia de que la virtud es su meta, acepta el largo y con frecuencia arduo cultivo que es necesario para alcanzarla. No maquina para convertirse en líder, sino que en silencio sobrelleva cualquier responsabilidad que caiga sobre sí. No apegado a sus realizaciones, ni atribuyéndose nada, guía al mundo entero orientando a las personas que le llegan. Comparte su energía divina con sus alumnos, animándoles, poniéndoles pruebas para fortalecerles, regañándoles para despertarles, dirigiendo las corrientes de sus vidas hacia el océano infinito del Tao. Si aspiras a esta clase de maestría, enraízate en el Tao. Abandona tus hábitos y actitudes negativas. Retuerza tu sinceridad. Vive en el mundo real y extiende tu virtud por él sin excepción en la vida cotidiana. Sé el más autentico padre o madre, el más auténtico hermano o hermana, el más auténtico amigo y el más auténtico discípulo. Respeta humildemente y sirve a tu maestro, y dedica todo tu ser de manera inquebrantable a tu propia evolución. Entonces, alcanzarás sin duda el dominio de ti y serás capaz de ayudar a los demás a hacer lo mismo.

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Con todas estas palabras, ¿qué se ha dicho? La verdad sutil puede ser señalada con palabras, pero no puede ser contenida por ellas. Toma el tiempo de escuchar lo que se dice sin palabras, de obedecer la ley demasiado sutil para ser escrita, de venerar lo innombrable y de aceptar de corazón lo que no tiene forma. Ama tu vida. Confía en el Tao. Haz el amor con el invisible origen sutil del universo y te darás a ti mismo lo que necesitas. No tendrás que acudir a esconderte en retiros espirituales. Puedes ser un bondadoso y contemplativo eremita justo aquí en medio de todo, sin ser afectado en la esencia, totalmente sostenido y recompensado por tus prácticas integrales. Animando a los demás, dando libremente a todos, despertando y purificando al mundo con cada movimiento y acción, ascenderás al reino de lo divino a plena luz del día. El aliento del Tao habla y quien está en armonía con él lo oye con toda claridad.

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