Esta semana incluimos un artículo publicado en la revista digital "Yoga en red", en el que Ramiro Calle reflexiona sobre aspectos importantes del genuino Hatha Yoga. Igualmente incluimos tres vídeos en que el autor reflexiona sobre los aspectos fundamentales del Yoga. Disfrutadlo.
Ramiro A. Calle es un maestro y escritor de yoga, pionero en
introducir en España esta disciplina. Ha escrito más de un centenar de libros de diversas temáticas, en su
mayoría filosóficas o espirituales, aunque también recopilaciones de cuentos y
guías de viajes. Desde 1971 dirige el mayor centro de yoga en
España, el Centro de Yoga Shadak, por el que han pasado más de trescientas mil
personas. También ha impartido clases en la Universidad Autónoma de Madrid, y ha dado
conferencias en otros lugares.
Sus viajes a la India ya contabilizan más de cien, lugares
donde ha alcanzado los más remotos poblados tribales y se ha adentrado en la
India sagrada, encontrándose con buen número de sadhus, eremitas y mentores
espirituales.
Ante todo resaltar que el hatha-yoga
nunca es competitivo, ni siquiera con uno mismo, y que mediante sus elaboradas
y solventes técnicas trata de trabajar conscientemente sobre le cuerpo para
armonizar las energías y otorgarle estabilidad
y calma a la mente. En este sentido juegan un papel muy destacado las
posturas ejecutadas en tres fases: hacer, mantener y deshacer. La fase estática de las posiciones
(āsanas) es verdaderamente esencial para que se pueda ejercer esa triple y benéfica
acción: cuerpo-energías-mente.
Cuando yo comencé con la práctica
del hatha-yoga a los 15 años de edad, todos los métodos que se enseñaban eran
insistiendo en la detención de las posiciones, algunas a lo largo de cuatro
minutos (Paschimottānasana, por ejemplo) y otras incluso a lo largo de diez
minutos o más (Sarvangāsana, āiparita-karani, por ejemplo). Mediante la
detención consciente del esquema corporal se va consiguiendo interiorizar la mente, vivir la
postura desde lo más hondo de uno, intensificar la consciencia y, sobre todo,
desautomatizar y penetrar en estados especiales de la mente, pudiendo ir más
allá de la mecanicidad mental y cultivar así la atención mental pura y la
perceptividad profunda.
En la medida en que se estabiliza el
cuerpo se van evitando las fluctuaciones mentales y se desencadena otro tipo de
consciencia de sí. Se cumple el antiguo adagio de “por la conquista del cuerpo
a la conquista de la mente” o aquel otro de “el hatha-yoga es una escalera para llegar al radja-yoga”.
Durante los primeros viajes que tuve ocasión de realizar a la India (y ya
van 99), todos los mentores de hatha-yoga a los que entrevisté o de los que
recibí clases insistían en la necesidad de que la realización de los asānas
contara con la fase estática.
El practicante, de acuerdo a su
capacidad, va aumentando el tiempo de detención gradualmente. La detención nos
permite por un lado intensificar los masajes y estiramientos, la acción
sostenida sobre las glándulas y los plexos nerviosos, pero además, por otro,
nos ayuda a sumergirnos en nosotros mismos, inhibir los pensamientos mecánicos
y radicarnos en el “observador” atento
y ecuánime.
El trabajo consciente sobre el cuerpo cumple así todo su cometido. Incluso
las personas que practican modalidades de yoga dinámico, deberían también
trabajar en otras sesiones con las fase estática de los asānas y se percatarían
del gran poder que tienen las posiciones incorporando la fase estática. Al
establecernos en posiciones que no son las habituales y mantenerlas, éstas
mismas cooperan de manera muy eficiente en la desautomatización y en el
acrecentamiento de la consciencia.
Lentitud
y consciencia
Hay miles de posturas en el
hatha-yoga y todas se van complementando entre sí. Precisamente pretenden
hacerle asumir al cuerpo posiciones que nunca adopta en la vida diaria. De ese
modo alcanzan todo el organismo, sus funciones y aparatos. Todas las posturas
se complementan. Como media general (luego paulatinamente se puede ir
aumentando el tiempo de mantenimiento) las posturas del grupo de flexiónhacia detrás pueden mantenerse de 45
segundos a un minuto y hacerse dos o tres veces (la Cobra, el Arco y el
Saltamontes, por ejemplo); las de torsión pueden
sostenerse de un minuto en adelante y ejecutarse una vez o dos veces por cada
lado; las posturas de flexión
hacia delante (la Pinza, por ejemplo) pueden mantenerse de un
minuto en adelante y practicarse dos o tres veces; las posturas de inversión (la Vela, por ejemplo)
pueden sostenerse de dos minutos en adelante y hacerse una vez. Cada
practicante puede ir planificando sus programas, de acuerdo al tiempo de que
disponga para la sesión.
La fase de hacer y deshacer de la
postura también debe ejecutar con lentitud
y consciencia, meditativamente. La atención pura (libre de juicios)
dirigida al cuerpo permite captar con precisión los estiramientos, los masajes,
las presiones en puntos vitales y las diversas sensaciones, desde las más
burdas a las más sutiles. Se celebra así una perfecta comunión (yoga) entre el
cuerpo y el espíritu, la corporeidad y la mente. Se convierte así la práctica
en un método extraordinario para superar
la mecanicidad motriz y mental y conseguir un alto nivel de concentración.
Tras la práctica de los āsanas deben siempre seguir unos minutos de
ejecución de pranayama y concluir la clase con una sesión de Savāsana o
relajación profunda. Tambien forman parte del genuino hatha-yoga las técncias
de purificación e higiene corporal y las de acción neuromuscular (mudras) y de
regulación de las energías (bandhas).
El hatha-yoga original es un método muy completo de acción psicosomática,
pero también de elevación espiritual y unificación mental.
Ramiro Calle.
Ramiro Calle.
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